Alrededor de una de los mejores zonas del mundo para practicar submarinismo, 240 islotes se extienden en medio del océano a lo largo de más de 177 km, rodeando una profunda laguna. Se trata de Rangiroa, un lugar que simplemente escapa a la imaginación del hombre. En Rangiroa, segundo mayor atolón del mundo, la tierra y el mar han declarado una tregua inesperada. Este precioso bucle de islas está rodeado por dos tipos de océano: Moana-tea (el océano apacible), que define a la laguna, y Moana-uri (el océano salvaje), donde las ballenas, mantarrayas, delfines y tiburones ofrecen un verdadero espectáculo a los elegidos que acuden a contemplar este universo. En tierra firme, los pueblos principales de Avatoru y Tiputa ofrecen al visitante una mirada única del Pacífico Sur. En las escasas carreteras existentes, encontrarás iglesias de coral, centros de artesanía, restaurantes y panaderías, junto con unas pocas tiendecitas. Los aficionados al vino podrán disfrutar de una cata en la propiedad de Dominique Auroy – situada en medio de una plantación de cocos y que produce tres tipos de uva -, así como granjas de perlas negras diseminadas en la laguna.
Rangiroa es célebre en el mundo entero por sus sensacionales spots de submarinismo. Desde el bautizo de buceo a la exploración de la laguna, los canales y los arrecifes, tanto los principiantes como los más experimentados quedarán fascinados por la abundancia y los colores de la fauna submarina. Bancos de peces mariposa multicolores, tortugas, delfines y tiburones nadando justo debajo de la superficie, parecen esperar a que los buceadores les visiten en este paraíso submarino.
Rangiroa o Ra’iroa, significa “cielos infinitos”. El segundo mayor atolón del mundo por la superficie de su laguna lleva bien su nombre. Para dar idea del tamaño de la laguna, su interior podría contener en su centro toda la isla de Tahiti. Los habitantes de Rangiroa viven principalmente en dos de los centenares de motu que forman este atolón: Tīputa y Avatoru, cerca de los dos canales del mismo nombre que dan acceso al océano.
Incluso si no practicas el submarinismo, puedes descubrir los atractivos de la laguna desde la superficie. Las posibilidades son infinitas en Rangiroa: puedes realizar un picnic sobre unos motu desiertos, snorkeling sobre unos esplendidos jardines de coral o visitar islotes salvajes donde anidan aves o, si tienes alma de aventurero, divertirte con unos pequeños y amistosos tiburones. Dos atracciones destacadas: la Laguna Azul, donde la naturaleza ha creado una pequeña laguna dentro de la gran laguna, y “el banco de arena rosada”, otra preciosa zona a descubrir. Estas dunas de arena apartadas del arrecife emergen como surgidas de ninguna parte y su aspecto rosado se debe a los estratos de conchas en polvo.