Con increíbles playas de arena blanca bordeadas de cocoteros, un océano de cálidas aguas cristalinas, las 76 islas y atolones del archipiélago de las Tuamotu se extienden a lo largo de más de 2 millones de km². Es un territorio donde el mito de Robinsón Crusoe se hace realidad.
Las Tuamotu tienen la merecida fama de ser unos de los lugares destacados para los buceadores experimentados. Las lagunas de los atolones son unos paraísos protegidos donde la vida submarina es espectacular. Esta zona es asimismo la cuna de la legendaria perla de Tahiti, cultivada con amor, paciencia y respeto con unas grandes ostras de reflejos azules. Las granjas de perlas se extienden sobre las lagunas de las Tuamotu donde las perlas adquieren sus incomparables colores y matices.
Algunos atolones de las Tuamotu son simples playas infinitas de arena con unas pocas hectáreas de plantaciones de cocoteros. Otros, como Rangiroa, el segundo mayor del mundo, son mucho mayores. Estas pequeñas islas paradisíacas, diseminadas sobre la inmensidad del océano, son remotas pero fáciles de acceder en barco o en avión sin tener que pasar por Papeete.
Encontrarás pensiones familiares y casas de huéspedes en la mayoría de las islas y los mayores atolones albergan hoteles de categoría internacional que reciben a visitantes procedentes de todo el mundo. Situadas 1.600 km al sur de Tahiti, más allá del archipiélago de las Tuamotu, se encuentran las Islas Gambier, las más remotas de la Polinesia Francesa. Se trata de una joya natural y cultural que los visitantes a menudo descubren por casualidad, pero de donde parten completamente encantados.
Idílico e inmaculado, el atolón de Takapoto es un paraíso hecho realidad. Descubierta por los exploradores franceses Jacques Lemaire y Willem Schouten, Takapoto es una isla cerrada que no cuenta con un verdadero canal que conecte la laguna y el océano. Esta es la razón por la que el atolón ha permanecido tan preservado. Alberga asimismo la célebre perla negra (de la ostra Pinctada margaritifera), el principal recurso de la isla. Los visitantes disfrutarán contemplando los numerosos criaderos de peces hechos con piedras de coral.
El anillo de coral de Anaa sigue siendo fácilmente reconocible por los navegantes polinesios gracias al brillante color esmeralda de su laguna. El atolón no dispone de canal y alberga espectaculares feo, enormes bloques de coral de tres metros que emergen de la laguna.
Situado en el extremo noroeste del archipiélago de las Tuamotu, Mataiva es un atolón sorprendentemente pequeño. Es la única laguna de la Polinesia Francesa en contar con 70 piscinas interiores de unos 8 metros de profundidad con nueve canales. De aquí procede el nombre de la “isla de los nueve ojos”. Es un acuario tropical natural donde los buceadores y demás visitantes se maravillarán ante la maravillosa laguna donde abundan los peces.
Descubierta por Pedro Fernández de Quirós en 1606, Hao, todavía denominada la “isla del arco” o “isla del arpa” por su forma, cuenta con una de las mayores lagunas de la Polinesia Francesa. Abierta al océano a través del canal de Kaki, la inmensa laguna alberga tesoros desconocidos que los buceadores pueden descubrir. Estrellas de mar, erizos de mar y crustáceos son tan sólo algunos de los habitantes del arrecife de coral, que también es visitado por los peces mahi mahi y los lucios.
Makemo es una obra de arte tallada por la erosión a lo largo de miles de años. La arena es una mezcla increíble de tonos rosados y rojos debido a los microorganismos que viven en estas aguas cálidas poco profundas.
A escasos metros de la costa hay una maravillosa piscina natural que recibe a los nadadores con sus aguas cristalinas color turquesa. Es un lugar completamente idílico donde los sueños y las leyendas se encuentran, y cuyos mensajes siguen siendo transmitidos por los antiguos guardianes de la historia de la isla.
Situado entre Rangiroa y Manihi, el atolón de Ahe es perfecto para aquellos visitantes en busca de lo auténtico. Con pintorescas granjas de perlas, es uno de los atolones más dinámicos de las Islas de Tahiti. Visita una granja de perlas y aprende todos los secretos de esta increíble actividad: descubrirás la pasión y el respeto de los isleños por este entorno paradisíaco pero frágil.
Has llegado al extremo del mundo. Reao se encuentra lejos de todo, remota y preservada. La propia isla ha disuadido a los más atrevidos navegantes de la historia. El francés Louis Isidore Duperray fue el primero en superar su cabo en 1823, al que bautizó como “Clermont-Tonnerre.”
Muy conocido por los comerciantes de perlas en el siglo XIX, este atolón fue mencionado por primera vez en los escritos del capitán británico Robert FitzRoy en 1835. Entre 1838 y 1842, la expedición estadounidense dirigida por Charles Wilkes bautizó la isla como “Vincennes”, en referencia al nombre del barco.
Aratika está situado 450 kilómetros al noreste de Tahiti y a 50 km de Fakarava, la capital administrativa de la que depende la isla. Al igual que Fakarava, el atolón es Reserva de la Biosfera de la UNESCO debido a su excepcional patrimonio natural y cultural.
Dependiente a nivel administrativo de Arutua, Apataki es un pequeño atolón situado a 18 km. Tiene forma trapezoidal. La principal localidad es Niutahi, donde se concentra gran parte de la población. La mayoría de los habitantes viven de la cría de perlas, de la pesca y de la copra. Visita el motu Ruavahine al sur del atolón para descubrir un verdadero paraíso para las aves marinas.
Arutua es una isla en forma de anillo también conocida como Ngaru-atua, que significa “ola rompiente que llega de muy lejos”. Está situada 33 km al este de Rangiroa. El atolón cuenta con unos 50 motu alrededor de una enorme laguna con un islote en el centro. El pueblo de Rautini es donde vive la mayor parte de la población de Arutua. Numerosas granjas piscícolas están diseminadas en la laguna. La pesca, el cultivo de perlas y la copra son las principales producciones de de Arutua.